Judía de gancho
Desde 1993, la judía de gancho (mongeta del ganxet, en catalán) es una legumbre con denominación de origen protegida. Se cultiva en la zona del Vallès y del Maresme y, para distinguir esta variedad autóctona de judía, tenemos que fijarnos en que sean de color blanco, planas y muy curvadas (con forma de gancho).
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Igual que todas las legumbres, la judía de gancho posee un alto contenido en hidratos de carbono complejos y muchas proteínas, pero no llega a cubrir todos los aminoácidos esenciales que necesitamos. Además, hay que destacar que las judías tienen mucha fibra, hierro, potasio y magnesio.
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Hay que dejarlas en remojo durante la noche anterior (unas 12 horas) en agua fría y una cucharadita de bicarbonato. Al día siguiente, es importante cocerlas muy bien, para que no sean indigestas, y a fuego bajo para no romper la piel que las recubre. Una vez cocidas, ya podremos comerlas (con un simple chorrito de aceite están perfectas) o bien utilizarlas como ingredientes para otras elaboraciones (con almejas, con bacalao, para hacer un empedrat, etcétera).
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Es una de las variedades de judía más apreciadas en nuestro país. Es característica por su forma de gancho y por su sabor y textura delicados, y puede utilizarse para guisos de todo tipo o para empedrats (ensaladas de judías con bacalao). Como cualquier legumbre, en seco puede conservarse durante meses o años. Si queremos conservarla mucho tiempo y evitar que se nos agusane, podemos congelarla y volverla a descongelar: eso matará cualquier posible huevo y podremos guardarla tranquilamente en la despensa.
La judía cocida que no queramos consumir al momento también puede congelarse y, si la queremos gastar rápido, podemos triturarla con un poquito de ajo y aceite de oliva y elaborar un humus finísimo que, decorado con un poco de cebollino fresco, puede servirse como entrante o acompañamiento, por ejemplo, de un plato de pescado.