¿Qué es la alimentación sostenible?
La alimentación sostenible consiste en alimentar a toda la población de manera que beneficie a las personas, al planeta y a los territorios. Para eso, hay que producir, transformar, vender, comprar y consumir alimentos creando prosperidad, promoviendo la justicia social, cuidando, conservando y regenerando nuestros recursos y ecosistemas y salvaguardando la capacidad de las generaciones futuras de alimentarse también de forma sostenible.
La alimentación sostenible es:
Buena para las personas porque garantiza que todo el mundo tenga acceso a la información, formación y recursos necesarios para producir, preparar, comprar y disfrutar de alimentos seguros, saludables, de calidad y sabrosos que nos permitan llevar una vida plena. Por eso, la alimentación sostenible es sensible a las necesidades de las personas más vulnerables, en términos económicos y también en términos sociales, como menores y personas solas, dependientes y migrantes.
Buena para los territorios porque promueve economías locales diversificadas y prósperas que distribuyen los beneficios equitativamente y son capaces de responder a las adversidades. Por lo tanto, garantiza el bienestar de las personas trabajadoras en el sistema alimentario, tanto en el ámbito local como en otros lugares. La alimentación sostenible destaca las dietas y los conocimientos tradicionales y, al mismo tiempo, reconoce y celebra la diversidad de culturas que enriquecen nuestro territorio. Al mismo tiempo, genera relaciones positivas entre el medio urbano y el rural, y también entre el sur y el norte globales, basadas en el respeto de los ciclos ecológicos, estableciendo vínculos más justos entre territorios e impulsando modelos de ciudad más resilientes y solidarios.
Buena para el planeta porque los alimentos se producen, transforman, distribuyen, venden, compran y eliminan de manera que conservan y regeneran nuestros recursos limitados, como el agua o el suelo, y también nuestros ecosistemas. La alimentación sostenible contribuye a frenar la crisis climática, garantiza el bienestar de los animales (ganadería y fauna salvaje) y preserva y fomenta la biodiversidad del planeta.<
Para poner en práctica esta definición de alimentación sostenible es necesario que se emprendan las acciones de las siguientes nueve dimensiones:
- Garantizar el derecho a la alimentación sostenible.
- Optar por productos de proximidad, de temporada y respetuosos con el medioambiente, como los productos agroecológicos, ecológicos y de pesca sostenible.
- Impulsar la adopción de dietas saludables para las personas y el planeta, basadas en alimentos frescos, evitando los productos ultraprocesados.
- Promover un menor y mejor consumo de carne y productos derivados.
- Reducir el despilfarro de alimentos y los envases.
- Fomentar relaciones justas en la cadena agroalimentaria.
- Cultivar la diversidad en nuestros campos, nuestra mesa y nuestros barrios.
- Crear entornos alimentarios sostenibles y empoderadores.
- Transformar el sistema alimentario con todas y para todas las personas.
Estas nueve áreas de actuación no son estancas, ya que para caminar hacia una alimentación sostenible es necesario trabajar de forma integral o sistémica. La transformación de nuestra alimentación no solo pretende fomentar cambios individuales en la dieta, sino también propiciar las condiciones en los diferentes sectores (económico, sanitario, ambiental, social y político), actividades (producción, transformación, distribución, servicio de comidas, venta, consumo y eliminación) y niveles de actuación (individual, comunitario, local, regional, nacional e internacional) que permitan transformar este sistema complejo sin dejarse a nadie por el camino.