Calabaza

Hemos escogido la calabaza como ingrediente porque se trata de un alimento muy nutritivo y rico en vitaminas y minerales, que se encuentra en los mercados y es de proximidad. 

Además, la calabaza es una fruta que actualmente está muy asimilada como verdura, también en nuestras casas y restaurantes. 

Imatge
  • Hay más de 800 variedades de calabazas. La que se utiliza más aquí es la calabaza violín, un producto de proximidad que también se puede encontrar en ecológico y que es muy versátil, ya que puede comerse cruda, cocinada muy 
    suavemente, hervida, estofada, escalivada, al horno...

  • Una gran virtud de la calabaza es que llega entrado el otoño y se encuentra durante todo el invierno, y nos da alegría a la cocina, porque se puede preparar de muchas formas diferentes. Combina perfectamente con otras hortalizas y también con legumbres y cereales.

  • Normalmente, la encontramos entera y hay que pelarla antes de utilizarla. La calabaza, si es ecológica, de temporada y de proximidad, se puede pelar sin problemas con un pelador. Si no, siempre puede escaldarse unos minutos y pelarla fácilmente.

  • Siempre es mejor protegerla con un papel o una bolsa abierta para que no le toque el frío directamente y guardarla en el compartimento de las verduras.

  • Aportan mucha agua, que representa el 92 % de la calabaza, y, por lo tanto, es muy poco calórica: una ración de 200 gramos contiene entre 25 y 30 kcal, pocos hidratos de carbono y pocas proteínas. En cambio, es muy rica en vitaminas del grupo B y vitamina C, y destaca por el contenido en carotenoides, que son los precursores de la vitamina A, importante para la salud de la vista y la piel y que, además, es antioxidante, es decir, ayuda a luchar contra los radicales libres que causan el envejecimiento celular. También es interesante la aportación de minerales, como potasio y selenio, y de fibra.

  • Gastronómicamente, aporta un punto dulce muy interesante a las recetas, que puede ser un contrapunto para platos salados. Históricamente, en Cataluña, se ha utilizado mucho para preparar postres, como buñuelos, pastelitos, etc. 

    Cinco formas de cocinar la calabaza

    • Crema: es la forma clásica de prepararla. La crema de calabaza tiene un punto de dulzura muy interesante.
    • Ensalada: se puede rallar, como si fueran espaguetis, con un espiralizador o un rallador.
    • Al vapor: conserva la mayoría de nutrientes. Basta con cocerla 5 minutos, cortada a trocitos.
    • Al horno o a la brasa: cortada a trozos y condimentada con un poco de sal y algunas hierbas aromáticas.
    • Acompañamiento: la calabaza es un buen ingrediente para complementar otras preparaciones. Cortada a dados, puede añadirse a una escudella, una sopa o un estofado de carne, o puede ponerse sobre una pizza.
  • La calabaza se conserva muy bien durante meses. Conviene limpiarla con un trapo y guardarla en un lugar seco. Hay que saber que la piel también es comestible. Para hacer una crema de calabaza no hace falta pelarla. Se puede cortar a trozos y hacerla al vapor con cebolla o puerro rehogado y condimentarla al gusto. Una vez triturada, no se nota la diferencia entre una crema hecha con piel y otra sin.

    La piel de la calabaza en polvo permite aromatizar numerosos platos: guisos, sopas, pasteles y panes. Para convertirla en polvo, puede hacerse en un deshidratador o al horno con calor giratorio a 60º (o a la temperatura más baja posible) durante unas 5 horas hasta que se haya evaporado toda la humedad. Después, las pieles deshidratadas pueden convertirse en polvo con la batidora, y deben guardarse en un recipiente hermético. Pueden reconstituirse mezclando una parte de polvo con 2,5 partes de agua.