“La alimentación ha pasado de ser un derecho humano a ser una mercancía”

¿Cómo construimos un cambio de paradigma en nuestro modelo alimentario? Entrevista con la directora de la cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la UVIC, Marta Guadalupe Rivera.

Entrevista Marta G. Rivera - Alimentació Sostenible
04/03/2021 - 10:08 h

 El actual sistema alimentario se caracteriza por su carácter industrializado, intensivo, globalizado, esquilmador de la naturaleza y generador de múltiples impactos sociales y ecológicos a todos los niveles. ¿Cómo hemos llegado a un modelo que no es bueno ni para nuestra salud ni para la del planeta? Y aún más importante, ¿desde dónde y cómo construimos un cambio de paradigma? La doctora en Veterinaria y directora de la Cátedra de Agroecología y Sistemas Alimentarios de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña, Marta Guadalupe Rivera, nos da algunas pistas en esta entrevista para entender qué es la alimentación sostenible y por qué necesitamos que sea la base de nuestro modelo.

¿De qué hablamos cuando hablamos de alimentación sostenible?

El sistema alimentario sostenible es aquel que proporciona y promueve alimentos seguros, nutritivos y saludables de bajo impacto ambiental para todos los ciudadanos actuales y futuros. También protege y restaura el medio ambiente natural y sus servicios ecosistémicos, es robusto y resistente, económicamente dinámico, justo y equitativo, y socialmente aceptable e inclusivo.

¿Cómo y por qué hemos llegado a un sistema alimentario que no es bueno ni para nuestra salud ni para la del planeta?

La alimentación ha pasado de ser un derecho humano a ser una mercancía. Este cambio de perspectiva implica cambios profundos: industrialización, extractivismo, explotación de recursos naturales… Si yo valoro una manzana como si fuera un móvil y mi objetivo es vender cuanto más mejor, estoy generando un cambio de paradigma. Los agricultores ya no son agricultores, son empresarios. Y las granjas ya no son granjas, son explotaciones. Con este cambio de paradigma de los últimos 60 años, la agricultura se enmarca ahora como parte de un mercado global y, por eso, es necesario cambiar las narrativas en torno a nuestro sistema alimentario y retomar la idea de que el alimento es un derecho humano y un bien común.
A partir de aquí, hay que desarrollar políticas. Si tú crees que la alimentación es un derecho humano, tienes que garantizar una de las premisas de este, el acceso a los recursos productivos como la tierra; si es un bien común, has de desarrollar sistemas de gobernanza que permitan la participación democrática de todas las personas que conforman el sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo.

Ya sabemos que lo que tenemos no es bueno. ¿Sabemos cómo debería ser nuestro modelo alimentario del futuro?

Nuestro modelo alimentario del futuro debe recuperar muchos elementos de nuestro modelo alimentario del pasado y debería construirse desde unos principios y pilares básicos, tanto en la producción como en el consumo. En nuestro territorio, tenemos la dieta mediterránea, reconocida como patrimonio de la Unesco, y, a partir de esta, deberíamos construir nuestra dieta con alimentos de temporada, ecológicos, de proximidad y procedentes de la biodiversidad y de semillas y razas autóctonas.

De hecho, este nuevo modelo está por construir. Desde la agroecología trabajamos por la recuperación de los sistemas y conocimientos tradicionales, pero, a su vez, dialogando con el conocimiento científico. Sin jerarquías y sin que haya predominio de un conocimiento sobre el otro.

A menudo escuchamos que comer de manera saludable es más caro. ¿Qué tiene de mito y qué de realidad esta afirmación?

La verdad es que tiene un poco de las dos cosas. Si tu objetivo es trasladar exactamente tu dieta a un modelo ecológico sin hacer ninguna modificación en tus hábitos, seguramente te resultará más caro. Pero un patrón de dieta saludable y sostenible requiere comer menos cantidad de carne, que sería uno de los productos del ámbito ecológico más caros. Si un pollo convencional crece en 30 días, un pollo ecológico necesita 80 días. Así que es evidente que si yo tengo que alimentar un animal el doble de tiempo, el precio final tiene que ser el doble de caro, como mínimo. Otro factor relacionado sería si sigo consumiendo alimentos de fuera de temporada, que normalmente son más caros. En una dieta saludable y sostenible me alimento de alimentos de la estación.

También es importante destacar que la alimentación convencional es excesivamente barata porque externaliza los costes sociales y ambientales que genera, como la contaminación. Si estos costes se asumieran internamente, todo sería muy diferente.

Imaginemos un ciudadano o ciudadana que quiere empezar a alimentarse mejor. ¿Cuáles serían los tres primeros consejos fundamentales?

Que consuma productos de proximidad, ecológicos y de temporada, que reduzca el consumo de carne y que esta sea procedente de la ganadería extensiva y/o ecológica.

¿Qué papel juega nuestra alimentación en la lucha contra la emergencia climática?

Tiene un papel central. En la actualidad, los sistemas alimentarios contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero y esto es debido a un cambio en los patrones alimentarios y de los sistemas de producción. En lo que se refiere a la dieta, ha aumentado el consumo de alimentos de origen animal y de fuera de temporada, lo que implica el transporte de alimentos que recorren largas distancias o con un alto grado de procesamiento. En lo que se refiere a la parte productiva, la industrialización de la producción de alimentos ha hecho que la agricultura haya dejado de ser capturadora neta de carbono y haya pasado a ser emisora neta de carbono por la deforestación asociada, los fertilizantes o la emisión de gas metano.